Cuando observamos un cultivo invadido por insectos o enfermedades, la reacción más común es pensar que algo va mal y que hay que eliminar a los invasores. Sin embargo, ¿y si esos insectos no fueran enemigos, sino señales? ¿Y si fueran parte del mecanismo de la naturaleza para equilibrar lo que nosotros hemos alterado? Como dijo william albrecht: “Los insectos son los basureros de la naturaleza, y las enfermedades son su equipo de limpieza”. Esta frase no solo es poderosa, sino que encierra una verdad profunda sobre el papel de los insectos en los ecosistemas agrícolas.
Con Ecolución, las plagas siguen estando presentes, pero dejan de ser un problema real para el cultivo. No se trata de eliminar completamente su presencia —porque eso es imposible y antinatural, ya que las plagas están metabólicamente vinculadas a las plantas—, sino de lograr un sistema equilibrado donde su incidencia se reduce tanto que no generan daño. No existe la finca “limpia”, pero tampoco es lo mismo tener un 5-10% de afectación que sufrir un 30-40% de pérdidas. Ecolución proporciona herramientas prácticas y conocimiento técnico que permiten bajar significativamente la incidencia, recuperar el control sobre el cultivo y avanzar hacia un manejo donde plagas y enfermedades dejan de condicionar la producción.
Tanto los insectos benéficos como los considerados plagas cumplen funciones esenciales para la salud del agroecosistema.
Por qué los insectos no son ni buenos ni malos
En la agricultura convencional solemos etiquetar a los insectos como buenos o malos. Sin embargo, esta clasificación simplista ignora el hecho de que todos cumplen un propósito ecológico. Como con los microorganismos, descubrimos que con los insectos no hay “buenos” ni “malos”, solo indicadores (bioindicadores) y equipos de limpieza haciendo su trabajo.
Esta lógica se aplica también a los insectos. Los depredadores naturales como crisopas, mariquitas o avispas parasitoides mantienen a raya las poblaciones de plagas. Por otro lado, los llamados insectos dañinos no hacen más que aprovechar oportunidades creadas por cultivos débiles, suelos desequilibrados o manejos inadecuados.
El papel de los insectos en el equilibrio ecológico
Los insectos son actores clave en los sistemas agrícolas. Además de su papel como depredadores de plagas, también participan en la polinización, la descomposición de materia orgánica y la aireación del suelo. Pero incluso los insectos considerados plagas tienen una función.
Según la teoría de la trofobiosis, propuesta por Francis Chaboussou, los insectos no atacan plantas sanas. Lo hacen cuando las plantas presentan desequilibrios nutricionales que liberan sustancias atractivas para los parásitos. Es decir, no se trata de combatir al insecto, sino de entender qué lo atrajo allí en primer lugar.
Teoría de la trofobiosis: una nueva forma de entender las plagas
Chaboussou propone que las plagas y enfermedades no son causa, sino consecuencia. Cuando una planta recibe fertilización desequilibrada, especialmente en exceso de nitrógeno, se acumulan azúcares simples y aminoácidos libres en la savia. Estos compuestos atraen a los insectos, que encuentran allí alimento fácilmente disponible.
La investigación muestra que las prácticas agrícolas que fortalecen la salud integral del cultivo —como la fertilización orgánica, la diversificación de especies y la reducción del uso de pesticidas— disminuyen notablemente los ataques de plagas.
Como dice el mismo Chaboussou: “No debemos intentar aniquilar al parásito con toxinas… en su lugar, necesitamos estimular la resistencia disuadiendo al parásito de atacar«. En otras palabras, se trata de cultivar plantas fuertes, no de exterminar insectos.
Manejo ecológico basado en la salud del ecosistema
En múltiples estudios de manejo ecológico, como los desarrollados con tecnologías de agricultura racional (ej. el sistema Inhana Rational Farming), se observó que los cultivos tratados con compost, preparados botánicos y prácticas regenerativas presentaron menor presencia de plagas. Esto demuestra que al mejorar el entorno del cultivo, aumentamos su resiliencia.
Insectos que antes eran considerados una amenaza desaparecen o disminuyen notablemente sin necesidad de aplicar químicos. Esto se debe a que el sistema completo entra en equilibrio.
Importancia de los insectos benéficos
Además del control natural de plagas, muchos insectos cumplen funciones vitales. Abejas y otros polinizadores garantizan la reproducción de cultivos. Escarabajos estercoleros ayudan a descomponer materia orgánica. Lombrices y artrópodos mejoran la estructura del suelo.
Si eliminamos indiscriminadamente los insectos, destruimos también a estos aliados silenciosos. Por eso, es crucial observar antes de actuar. Muchas veces, lo que parece un problema es solo una señal de que algo en nuestro sistema agrícola necesita atención.
Impacto en la agricultura de la desaparición de insectos
En los últimos años, la desaparición masiva de insectos ha encendido las alarmas en todo el mundo. La pérdida de biodiversidad no se limita a lo visual. Tiene consecuencias directas sobre la producción de alimentos, la fertilidad del suelo y el equilibrio de los ecosistemas agrícolas.
Una de las señales más claras es el declive de los polinizadores. Se estima que el 87.5% de las especies de plantas con flores dependen de polinizadores animales para reproducirse. Esto incluye cultivos esenciales como frutas, verduras y frutos secos. Su ausencia pone en riesgo la seguridad alimentaria global y la diversidad de nuestra dieta.
El caso de las abejas melíferas en Estados Unidos es particularmente preocupante. Durante el último invierno, más del 60% de las colonias desaparecieron, provocando pérdidas económicas récord. Cultivos como almendras, manzanas y otras frutas dependen casi exclusivamente de estos insectos para su producción.
Pero el problema no es exclusivo de las abejas. Estudios recientes demuestran que en zonas de agricultura intensiva, donde se utilizan grandes cantidades de pesticidas y se practica el monocultivo, la cantidad de especies de insectos ha disminuido en promedio un 27%, y la abundancia total hasta un 49% en las regiones más afectadas.
Esto compromete no solo la polinización, sino también el reciclaje de nutrientes y el control natural de plagas. La evidencia sugiere que las áreas agrícolas cercanas a hábitats naturales muestran menor pérdida de biodiversidad. Esto indica que es posible mitigar estos impactos si restauramos corredores ecológicos, reducimos el uso de insumos tóxicos y fomentamos prácticas regenerativas.
Aunque algunos insectos se adaptan o incluso aumentan su presencia en nuevos contextos, la tendencia general es preocupante. Muchas especies están en declive, y su desaparición puede alterar profundamente las dinámicas de los agroecosistemas.
El desequilibrio ecológico resultante afecta la capacidad del sistema agrícola para sostenerse. En ausencia de insectos que polinizan, descomponen materia orgánica o controlan plagas, aumentamos nuestra dependencia de insumos artificiales, elevamos los costos de producción y debilitamos la resiliencia del sistema.
Es por esto que debemos ver a los insectos no como una molestia, sino como engranajes vitales en la maquinaria de la vida agrícola. Si ellos desaparecen, no es solo la agricultura la que está en peligro, sino también nuestra seguridad alimentaria y la salud de todo el planeta.
Cambiar el enfoque: de exterminar a comprender
Cuando aceptamos que los insectos son indicadores, no enemigos, transformamos nuestra relación con la agricultura. En lugar de pensar cómo eliminarlos, empezamos a preguntarnos: ¿por qué están aquí? ¿Qué me están queriendo decir sobre mi cultivo?
Como agricultores, esto nos da poder. Podemos intervenir de forma más estratégica y más sostenible. Porque ya no estamos reaccionando con miedo, sino actuando con comprensión.
Comprender el rol de los insectos desde la visión integrativa
En general, los insectos juegan un papel fundamental en el equilibrio ecológico, en la salud de los agroecosistemas y en la resiliencia de los cultivos. Desde el enfoque de Ecolución y la agricultura integrativa, los insectos no se clasifican simplemente como “plagas”, sino como parte de un sistema complejo en el que cada organismo cumple funciones vitales, incluso cuando representan un reto productivo.
Roles y funciones de los insectos en el ecosistema agrícola
- Indicadores de salud del suelo y del cultivo: muchos insectos aparecen como respuesta a desequilibrios: exceso de nitrógeno, falta de biodiversidad o microbiología descompensada. Su presencia no es aleatoria, sino un síntoma que, bien interpretado, ofrece información valiosa para ajustar prácticas. Lo que vemos de la enfermedad es solo un síntoma… siempre hay un origen.
- Parte de la red trófica y del control biológico: muchos insectos ayudan a mantener a raya a otros mediante depredación, parasitismo o competencia. Las estrategias regenerativas favorecen la presencia de fauna auxiliar como crisopas, coccinélidos o avispas parasitoides, que cumplen funciones clave sin necesidad de productos externos.
- Polinizadores: abejas, sírfidos, escarabajos y mariposas no solo polinizan cultivos, sino que también aumentan el calibre, la uniformidad y la calidad del fruto. En un enfoque integrativo no se introducen “polinizadores alquilados”, sino que se promueve un hábitat que les permita prosperar.
- Descomponedores y recicladores: coleópteros y larvas del suelo ayudan a transformar materia orgánica, junto con hongos y bacterias, acelerando los ciclos de nutrientes. En sistemas vivos, su rol es esencial para que la materia orgánica se convierta en nutrientes biodisponibles.
- Colaboradores en simbiosis microbiana: algunos insectos transportan bacterias, levaduras o virus que no siempre son patógenos, y pueden facilitar procesos de adaptación, transferencia genética o defensa del cultivo.
- Maestros de adaptación: la aparición de especies resistentes a fitosanitarios es una señal de alerta que invita a repensar el enfoque convencional. El rechazo a “las religiones agrícolas” también es un rechazo a esa guerra química que crea plagas superresistentes.
Enfoque integrativo: los insectos no son enemigos, sino mensajes del ecosistema
La metodología basada en la comprensión de procesos no aplica recetas. Desde ese lugar, los insectos son termómetros biológicos, vehículos de señalización, e incluso ingredientes de soluciones. Esto se explora en el trabajo con metabolitos secundarios y tratamientos por similitud.
Función ecológica
Los insectos tienen múltiples roles ecológicos imprescindibles. Son descomponedores y recicladores de materia orgánica, como los coleópteros y las larvas saprófagas. Son polinizadores como abejas, avispas, mariposas y algunos escarabajos. Actúan como depredadores naturales de otras especies, como crisopas, mariquitas o avispas parasitoides. Dispersan microorganismos simbióticos o patógenos. Algunos, como las termitas y hormigas, construyen el suelo, ayudando en la aireación y el transporte de nutrientes.
Función metabólica
Desde la visión metabólica homeopática, cada insecto tiene un perfil metabólico propio. Al ovipositar en una planta, transfiere parte de su microbiota intestinal con enzimas específicas como quitinasas, proteasas o peptidasas. Esto inicia un proceso de descomposición o transformación metabólica en la planta. En este sentido, el insecto ayuda a la planta a eliminar excesos o activar mecanismos defensivos dormidos. Por ejemplo, el pulgón aparece ante excesos de nitrógeno y colabora reduciéndolo y favoreciendo su transformación en carbono.
Función social
Muchos insectos son eusociales, es decir, su inteligencia reside en la organización colectiva más que en el individuo. Esto ocurre en termitas, abejas y hormigas. Estas estructuras sociales son altamente eficientes, adaptativas y resilientes. Son indicadores de sistemas complejos sanos o enfermos.
Relación con la microbiota y el suelo
Los insectos están directamente relacionados con los microorganismos del suelo, especialmente firmicutes, proteobacterias y hongos simbiontes como Trichoderma o Ganoderma. La calidad y diversidad microbiana del suelo condiciona qué insectos aparecerán y cómo se comportarán. Insectos considerados plaga suelen aparecer donde la biodiversidad microbiana ha sido simplificada por agroquímicos, monocultivo o laboreo excesivo.
La naturaleza nunca elimina algo por completo. La naturaleza siempre va a preservar una pequeña parte de la plaga, porque es necesario para actualizar el material genético. Los insectos ayudan a identificar zonas débiles tanto en la fisiología de las plantas como en la salud del suelo. Pueden ser utilizados para atraer depredadores naturales si se preparan correctamente en forma de tinturas madre o bionosodes.
En resumen, los insectos son
- Bioindicadores de desequilibrios nutricionales, microbianos o estructurales
- Correctores del sistema, consumiendo excesos y reciclando nutrientes
- Activadores de respuestas defensivas en las plantas
- Colaboradores del microbioma vegetal
- Medios de comunicación del ecosistema a través de feromonas, kairomonas y compuestos orgánicos volátiles
Conclusión: cultivar salud, no matar plagas
La agricultura necesita un cambio de paradigma. Debemos dejar de ver a los insectos como enemigos y comenzar a entenderlos como aliados o, al menos, como mensajeros. Cada insecto que aparece en el campo está cumpliendo una función, y su presencia o ausencia puede enseñarnos mucho.
La teoría de la trofobiosis y la agroecología nos dan herramientas para lograr sistemas agrícolas más resilientes, productivos y respetuosos con la vida. Como agricultores, nuestra tarea no es conquistar la naturaleza, sino aprender a colaborar con ella.
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