Estrategias para la gestión del agua en permacultura
El diseño Keyline alcanzó reconocimiento internacional gracias a Bill Mollison, fundador del primer Instituto de Permacultura en 1979, quien siendo también australiano y conocedor de la obra de Yeomans, lo incorporó como una de las bases esenciales dentro de su visión para el diseño de sistemas sostenibles. Al incorporar estos principios en la permacultura, Mollison ayudó a difundir el concepto a nivel internacional, consolidando su relevancia en el ámbito de la sostenibilidad y el diseño ecológico.
¿Son siempre una buena opción los Swales?
El uso de swales o zanjas de infiltración es una técnica ampliamente utilizada en el diseño hidrológico regenerativo. Su aplicación se ha promovido como una solución universal para la retención de agua, pero la experiencia en campo demuestra que su eficacia depende de varios factores clave: pluviometría, tipo de suelo, pendiente y objetivos productivos.
Un buen diseño parte del análisis del contexto local para seleccionar las estrategias más efectivas. Cuando nos enfocamos en producción eficiente y resiliente, es cuando realmente se comprenden los fundamentos de la gestión del agua y del suelo.
La clave: adaptar la técnica al contexto
Uno de los errores más comunes en la implementación de swales es aplicarlos sin considerar la realidad agroecológica del sitio. Para analizar su viabilidad, es esencial preguntarse:
- ¿Cuál es la pluviometría anual?
- ¿Cuál es la textura y estructura del suelo?
- ¿Existen eventos de lluvia torrencial?
- ¿Se dispone de vegetación para cubrir el suelo rápidamente?
- ¿El terreno presenta erosión hídrica severa?
Según las experiencias en diferentes regiones y los datos extraídos de más de una década de observación, se puede afirmar que no en todos los climas los swales son la mejor opción.
En cuanto al uso de swales, es clave entender que un único swale aislado no genera un impacto significativo en la hidrología del suelo. Su función principal es controlar la erosión y facilitar la infiltración del agua. Pero el verdadero objetivo no es simplemente hacer un swale, sino diseñar cada línea de plantación como un sistema de captación de agua en el paisaje. En nuestro caso, hemos desarrollado un esquema donde cada fila de árboles actúa como un swale, optimizando la absorción y retención de humedad.
Pluviometría y swales: ¿cuándo tienen sentido?
Uno de los criterios más discutidos en torno a los swales es la cantidad de lluvia necesaria para que su implementación tenga sentido. En climas semiáridos y áridos, donde las lluvias son escasas pero concentradas en eventos torrenciales, los swales pueden ayudar a la infiltración del agua en suelos compactados. Een climas áridos, los swales deben diseñarse para retener agua el mayor tiempo posible, a diferencia de los climas húmedos, donde el objetivo es drenar el agua rápidamente.
En nuestra experiencia en terrenos secos y áridos, hemos encontrado que lo que mejor funciona es una combinación de swales y keyline. Específicamente, optamos por swales más pequeños, alineados con la lógica del keyline, creando así un sistema híbrido que aprovecha lo mejor de ambas técnicas. Nuestra propuesta es clara: en lugar de limitarnos a labrar en una sola dirección o depender exclusivamente de la línea clave, implementamos swales diseñados con una pendiente del 1%, siguiendo el principio del keyline. Esto permite retener el agua de manera más eficiente, mientras que el resto del terreno se maneja con el diseño keyline para optimizar la infiltración y distribución del agua. Este enfoque mixto ha demostrado ser especialmente útil en zonas con pluviometría baja y eventos de lluvia torrencial, donde la evaporación y la erosión son desafíos constantes.
La cobertura vegetal es crítica para evitar que la superficie de los swales quede expuesta y se convierta en un punto de erosión y pérdida de humedad. Además, complementamos estas técnicas con vegetación, acolchado y setos, que ayudan a mejorar la infiltración, reducir la evaporación y cortar el viento, creando un sistema más resiliente y adaptado a las condiciones áridas. En definitiva, nuestra tesis es que la combinación de swales y keyline, junto con un manejo adecuado de la vegetación, es la estrategia más efectiva para gestionar el agua en estos entornos desafiantes.
Swales en suelos áridos: ¿estrategia o problema?
Los suelos áridos y degradados presentan desafíos adicionales para la implementación de swales. Si el suelo tiene poca materia orgánica y estructura degradada, es posible que el agua se infiltre de manera deficiente o se evapore rápidamente. Por otro lado, en eventos de lluvias torrenciales, los swales pueden convertirse en canales de erosión si no se diseñan con un correcto manejo de pendientes y estructuras de contención.
Alternativa: swales en profundidad
En zonas con lluvias torrenciales y períodos de sequía prolongados, una estrategia que ha demostrado ser efectiva es el uso de swales más profundos con árboles plantados en la parte alta y acolchado intenso para evitar la evaporación. En estos casos, la clave es diseñar el sistema con un desnivel del 1% para permitir que el agua se desplace lentamente y se infiltre gradualmente.
La experiencia de campo muestra que, al utilizar esta estrategia en cultivos leñosos, los árboles pueden acceder a humedad hasta un mes y medio más en comparación con suelos sin manejo hidrológico.
¿Por qué en la zona del sureste ibérico los swales deben ser profundos? Porque el régimen de lluvias es estacional e irregular: cuando llueve, lo hace en grandes volúmenes en poco tiempo. Un sistema de infiltración bien diseñado permite que el agua se retenga en el perfil del suelo por un período prolongado. En finca, gracias a esta estrategia, hemos conseguido que la humedad del suelo se mantenga un mes y medio más en comparación con fincas vecinas.
En un sistema de secano sin acceso a riego, esta estrategia es aún más crucial. En cultivos como cítricos, si las lluvias se infiltran correctamente y el diseño de las curvas de nivel respeta un desnivel del 1%, el agua se redistribuye de manera controlada, evitando erosión y maximizando la disponibilidad hídrica. A esto se suma el uso de cubiertas vegetales que, además de mejorar la estructura del suelo, reducen la evaporación y aportan materia orgánica.
Sobre el modelo de Fukuoka, si bien su enfoque es interesante, hay que entender que él trabajaba en un ecosistema con un nivel de materia orgánica acumulada muy superior al nuestro. En climas áridos y secos, primero es necesario estructurar el suelo, establecer cubiertas vegetales, diseñar sistemas de captación hídrica y luego, gradualmente, reducir la intervención. Si logramos mantener la cobertura del suelo y diseñar correctamente los swales, la microbiología se desarrolla de manera exponencial.
Además, es posible acelerar la recuperación del suelo mediante inoculación de microorganismos. Con técnicas simples, como el uso de extractos microbianos, se puede aumentar la biodiversidad del suelo y mejorar la fertilidad en un corto plazo. Agenda una consultoría gratuita con nosotros.
Por eso, en el sureste, el uso de swales en profundidad combinado con la plantación en la parte superior del bancal y el uso de acolchado es la estrategia más efectiva. Este método permite desarrollar un ecosistema forestal en diez años, mientras que, si se sigue un enfoque totalmente pasivo y sin intervención, el proceso puede tardar cincuenta años o más.
Keyline design: ¿cuándo es más eficiente que los swales?
El diseño keyline (o línea clave), desarrollado por P.A. Yeomans, ofrece una alternativa más flexible y efectiva en muchos casos. En lugar de construir zanjas de infiltración, el diseño keyline se basa en:
- Diseño topográfico para dirigir el flujo de agua de las zonas altas a las zonas secas de la finca.
- Subsolado en líneas clave para romper la compactación y mejorar la infiltración sin remover la estructura del suelo.
- Manejo del pastoreo y cubiertas vegetales para regenerar el suelo de manera progresiva.
En suelos áridos y semiáridos, el diseño keyline suele ser más eficiente y menos invasivo que los swales, ya que no expone el suelo al sol ni altera drásticamente la topografía.
Si te interesa profundizar en esta técnica, realizar un curso keyline puede ser una excelente opción para aprender a diseñar paisajes agrícolas optimizados para la captación de agua y la mejora del suelo.
Un punto clave que suele pasarse por alto es el viento, que es uno de los mayores desafíos en suelos áridos y erosionables. La combinación de swales profundos y cubiertas vegetales bien manejadas permite mitigar este problema al crear microclimas más estables y reducir la desecación del suelo.
Conclusión: conocer las herramientas y aplicarlas con criterio
No existen soluciones únicas en agricultura regenerativa. Tanto los swales como el diseño keyline son herramientas válidas, pero deben adaptarse a cada contexto.
- En climas con pluviometría superior a 700 mm, los swales pueden ser una estrategia efectiva siempre que se mantenga una cubierta vegetal.
- En zonas áridas y semiáridas, se recomienda el uso de swales profundos, acolchados y con árboles estratégicamente ubicados.
- En terrenos con fuertes pendientes, se debe priorizar el diseño keyline y evitar zanjas que puedan acelerar la erosión.
Lo fundamental es conocer el suelo, el clima y los objetivos de la finca antes de decidir la mejor estrategia. La clave no está en seguir recetas, sino en diseñar sistemas adaptados y eficientes para cada paisaje.
En conclusión, las herramientas están ahí, pero no hay una solución única ni dogmas inamovibles. Cada lugar requiere un diseño adaptado a sus condiciones, basado en principios de eficiencia y observación del ecosistema. La clave es utilizar las estrategias adecuadas sin caer en enfoques ideológicos rígidos o «religiones agrícolas».
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